jueves, 2 de julio de 2015

¿LA FAMILIA O EL TRABAJO, QUÉ ES LO IMPORTANTE?



Nuestras abuelas solían decir que una buena mujer es aquella a la que le guste el orden, la limpieza y sobretodo que domine los artes culinarios; ello le permitiría realizarse como madre y mujer, anteponiendo su rol reproductor. El estudio y el trabajo eran reservados para los varones quienes tendrían la responsabilidad de proveer el alimento para el hogar.
Estos roles asignados a hombres y mujeres permitirán asegurar su reproducción y mejorar las condiciones de vida, tanto propias como de sus familias; empero los tiempos han cambiado. Hoy la mujer ha irrumpido el mercado laboral, no solo porque tiene posibilidades de educarse, si no porque ha demostrado la capacidad de asumir grandes responsabilidades en las distintas esferas de la sociedad.

En Bolivia este proceso avanza a paso lento, las brechas se agrandan entre esferas urbanas y rurales, “las relaciones de género actualmente vigentes… asignan a las mujeres la responsabilidad del cuidado en el seno de las familias y de las comunidades, las modalidades de inserción laboral de las mujeres dependen de las alternativas de conciliación de las actividades de cuidado, las cuales se estructuran a partir de la distribución del trabajo de cuidado al interior de las familias y de la existencia y accesibilidad de servicios públicos y privados de atención a niños y ancianos (Wanderley, 2008, p. 149).

Las mujeres que trabajan, siguen teniendo a su cargo la administración del hogar y el cuidado de los hijos, esforzada labor que representa un sacrificio; asimismo,  persiste el problema de la calidad del empleo de las mujeres, los altos puestos están reservados para los hombres.

En este contexto, unas de las primeras medidas que debe asumir el Estado  es visualizar y valorizar el trabajo doméstico, lo ideal sería que sea cuantificado e incorporado en el Producto Interno Bruto; tarea que no es tan compleja considerando que en la actualidad muchas mujeres venden su fuerza laboral como trabajadoras del hogar, por tanto existen precios de mercado.

Otro aspecto relevante es la promoción de la división de responsabilidades entre hombres y mujeres con responsabilidades familiares; se debe concientizar a que la administración del hogar es una tarea compartida, no exclusiva de las mujeres, al igual que la crianza de los hijos.

De igual manera, y en armonía con los preceptos constitucionales, debe avanzarse en la protección social, “la mayoría de los y las trabajadoras en América Latina y, en específico en Bolivia, no cuentan con ningún mecanismo de protección social. Las mujeres son las principales afectadas por esta situación debido a las modalidades de inserción ocupacional en trabajos menos estables”. (Wanderley, 2008, p. 151).

La protección social del Estado debe orientarse a combatir las causas de las desigualdad y desequilibrios sociales, así como a hacer frente a sus efectos. En Europa existen tres modelos que orientan el accionar público: régimen liberal que deriva del compromiso político de minimizar el Estado, individualizar los riesgos y fomentar el mercado; el régimen conservador que se estructura sobre los principios corporativista en los sistemas de seguridad social y el familiarismo; el régimen social demócrata que se caracteriza por el universalismo de sus políticas sociales (todos tienen los mismos derechos y  subsidios) y por una cobertura pública del riesgo.

En Bolivia, la Constitución Política del Estado, establece que el Estado promoverá la incorporación de las mujeres al trabajo y garantizará la misma remuneración que a los hombres por un trabajo de igual valor, tanto en el ámbito público como en el privado, garantizando su inamovilidad laboral cuando se encuentren en estado de embarazo, y de los progenitores, hasta que la hija o el hijo cumpla un año de edad[1].

Sin duda la familia y el trabajo son importantes para garantizar la reproducción misma de la sociedad, en esta labor hombres y mujeres deben compartir iguales responsabilidades; proceso que debe ser acompañado por una política estatal que procure la protección social.

Bibliografìa
Wanderley, F. (2008). Género, etnicidad y trabajo en Bolivia. Revista Umbrales No. 18. La Paz, Bolivia: Plural editores CIDES – UMSA.

Dirección de Planificación e Inversión. (2011). Guía metodológica para la transversalización de los enfoques de interculturalidad y género en la formulación de los proyectos. Ministerio del Ambiente: Ecuador.



[1] Artículo 48 de la Constitución Política del Estado

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