martes, 30 de junio de 2015

HOMBRES Y MUJERES: DIFERENTES Y COMPLEMENTARIOS



La palabra complementario viene de la palabra complemento que deriva del latín “complementum” que significa “lo que se agrega para completar (hacer íntegro) algo”. Sus componentes léxicos son el prefijo “con” que significa unión, “plere” de llenar y el sufijo “mento” de medio o modo.

Ahora bien, este modo o medio que hace que hombres y mujeres se unan y representen un todo, en el mundo andino, se trasluce en la noción “chacha-warmi” que no es nada más que la “expresión de convivencia entre partes iguales o diferentes que tengan un propósito común, …una relación de complementariedad sin asimetrías en el propósito de coincidir y buscar juntos (hombre y mujer) la perfección, un símbolo de armonía y equilibrio” (Farah, I. y Sanchez, C., 2008, p. 89).

Empero la noción “chacha-warmi”, no deja de ser una construcción ideal, un “deber ser”, que encuentra su mayor aproximación en las relaciones productivas del área rural, donde hombres y mujeres asumen similares roles que los asumen indistintamente en un ámbito de complementariedad.

No se puede negar que “de por medio está presente una jerarquización naturalizada que antepone el dominio de los hombres en las actividades más prestigiosas” (Farah, I. y Sanchez, C., 2008, p. 90); para ellos se ha reservado una presencia predominante en las esferas sociales y políticas, hecho definitivamente comprobable.

Solo con fines ilustrativos, demos un vistazo a los resultados de las elecciones municipales realizadas en marzo de la presente gestión y la participación de las mujeres. De los 339 municipios existentes en el país, solamente existen 26 alcaldesas electas, es decir que el 92,3% de los municipios serán dirigidos por varones; es decir que hay 12 alcaldes por cada alcaldesa electa; hecho que denota la “invisibilidad de las mujeres al interior de los partidos políticos” (Novillo, M., 2011, p. 98).

En este contexto, el desafío consiste en recuperar el concepto “chacha-warmi” y llevarlo a la esfera práctica, traslucir el imaginario tradicional a una forma de vida integral, tarea que no pude ser encarada únicamente  por el Estado, que si bien tiene una gran responsabilidad y los recursos económicos para hacerlo, no podrá ser efectiva sin un gran concurso que involucre a organizaciones sociales, instituciones privadas, ONGs y otras.

Es necesario plantearse un “horizonte universal fundado en la constitución de la humanidad por hombres y mujeres con derecho a ser e iguales desde su diferencia corporal” (Farah, I. y Sanchez, C., 2008, p. 91); para ello debemos buscar la complementariedad social, partiendo del reconocimiento de que existe una complementariedad biológica.

Es indudable que se deberán generar políticas y programas que reorienten el protagonismo central y subordinado de las mujeres en la reproducción, y los déficits que el tiempo dedicado a esa actividad suponen en relación al acceso a la salud, alimentación suficiente, educación, para ello será necesario redistribuir las cargas domesticas entre hombres y mujeres; asimismo, se debe revertir la escasa participación y representación social y política de las mujeres, todo ello en un entorno que propicie la complementariedad.  

Bibliografìa

Farah, I. y Sanchez, C. (2008). Desafíos de una nueva agenda de género. Perfil de género Bolivia. La Paz, Bolivia: CIDES- UMSA
Novillo, M. (2011). Paso a paso. Así lo hicimos. Avances y desafíos en la participación política de las mujeres. La Paz, Bolivia: Coordinadora de la Mujer – IDEA Institute for Democracy and Electoral Assistance.


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